Cuando se menciona la palabra “grasa”, de inmediato se nos viene a la mente la imagen del “michelín” o tejido graso (tejido adiposo) que se localiza, mayoritariamente, en la zona abdominal en varones y en el tronco inferior en las mujeres.
Sin embargo, en nuestro organismo encontramos otros lugares donde los ácidos grasos (unidades que forman los compuestos conocidos como triglicéridos), están presentes, como en la membrana de las células, en el plasma o en el tejido muscular. Dependiendo de la calidad y origen de estos ácidos grasos (animal o vegetal) pueden actuar de una forma muy diferente en nuestro organismo.
En este artículo nos centraremos en las grasas intramusculares, los denominados TGIM (triglicéridos intramusculares), de vital importancia en los deportistas de resistencia.
¿Dónde se localizan los TGMI y qué funciones tienen?
Los TGMI se localizan en las fibras musculares del músculo esquelético. Durante el ejercicio físico, el aumento de hormonas catabólicas como la adrenalina hace que estos triglicéridos almacenados se rompan y se liberen sus ácidos grasos, que nos servirán como fuente de energía. Se estima que durante el ejercicio físico un 50 % de los ácidos grasos oxidados proviene de los TGMI, por lo que son una fuente energética importante.
¿Cuándo es mayor su uso?
Se ha visto que durante un ejercicio de intensidad moderada – baja o cuando se superan los 90 – 120 min de duración, el uso de ácidos grasos (incluyendo los intramusculares) gana protagonismo en detrimento al uso de glucógeno muscular. Con un entrenamiento apropiado o con intervenciones nutricionales concretas (como el ayuno o dietas altas en grasas) podemos producir adaptaciones metabólicas para que este efecto ocurra antes (lo que nos ayudaría a ahorrar glucógeno muscular y mejorar el rendimiento deportivo). De hecho, se ha visto que los deportistas entrenados tienen un mayor tamaño y densidad de las gotas de IMTG. Otro dato curioso a tener en cuenta es que las mujeres deportistas usarían más este tipo de grasa como fuente de energía en comparación a los hombres.
¿Qué consideraciones debemos tener en cuenta a nivel nutricional?
Como ya hemos comentado, la calidad de los ácidos grasos determinará la manera en que estos actúen en el organismo. Así pues, el deportista debería incorporar en su alimentación alimentos ricos en grasas insaturadas, especialmente de origen vegetal (aguacates, semillas, frutos secos, aceite de oliva virgen…), con gran poder antiinflamatorio y que pueden ser utilizados como fuente de energía (especialmente los ácidos grasos monoinsaturados). Otras fuentes de este tipo de grasas serían alimentos de origen animal como el pescado azul, rico en omega 3.
Este tipo de alimentación sería especialmente favorable en mujeres deportistas, que usarían una mayor cantidad de grasa como fuente energética. Por último, cabe destacar que la grasa saturada (la encontramos en carnes rojas, embutidos, coco, lácteos enteros…) no debería ser excluida totalmente de nuestra dieta, pues su ingesta estimula la síntesis de testosterona en varones, una hormona muy importante en el crecimiento muscular.
Bibliografía